¿La misma gata revolcada? Belleza ≠ Frivolidad
Una de las principales tendencias para la industria de lo que comúnmente conocemos como “belleza” es, todos aquellos valores que bien o mal miden a las personas. Anualmente vemos certámenes a nivel nacional e internacional, que reúnen a las mujeres con características físicas “peculiares”. Generalmente, estos espectáculos nos hacen ver que además de buenas curvas en busto, cadera, cintura y piernas, deben de tener “cerebro”, dado que se tiene la creencia de que estas mujeres son insustanciales, es decir, frívolas: de aspecto sensual y de temas ligeros. Y por supuesto una característica de la belleza es que tenga contenido.
Pero seamos honestos, no solo caminan con seguridad sobre tacones que las hacen ver “altas” –un valor que es bello, según la industria- no solo lucen diferentes tipos de ropa por estar delgadas –otro valor que es bello- sino que también ya están intervenidas por efectos de maquillaje –que hace maravillas si se sabe usar- y lucen curvas, aparentemente naturales –en este punto, demos el beneficio de la duda, de que ya están con cirugía plástica en nariz, busto, nalgas y sin exceso de grasa.- ¿Qué tan necesario es hacer éste tipo de certámenes?
Si nos planteamos éste contexto en nuestro cotidiano, es un arma poderosa para quien controla el mercado consumista, en donde las características de lo “ideal” están marcadas desde mucho antes. –No hablo de la ropa, los zapatos, ni de los accesorios que anualmente cambian, y regresan más tarde con el paso de los años, la moda es un fenómeno cíclico- A lo que me refiero, es a las consecuencias que en la salud no solo física sino también mental puede –y lo hemos visto- causar si se lleva a un extremo.
Tomemos de referencia a los griegos, ellos capturaron éste valor observando a la naturaleza, en ella se integra lo bello, lo feo y lo grotesco, es decir, es un valor que no está solo, contiene una dualidad, ¿por qué? Porque tiene contenido. Si lo vemos como una unidad, no hay un valor que le haga contrapeso y de aquí que nazca la Estética.
Rodeados de los elementos de la naturaleza, nosotros podemos percibir y encontrar estos valores: lo bello, lo feo y lo grotesco. No siempre la belleza fue delgada, alta, sin ninguna marca o mancha en la piel. Recordemos a Botero que pintó personas gordas, incluso en las culturas milenarias, la gordura era señal de abundancia, de fertilidad o de salud, ocupado como valor de belleza natural y no artificial. Si se ocupaba maquillaje era para enaltecer los rasgos bellos de las personas, no para ocultar arrugas, acné, lunares o pecas. Incluso hoy en día, en ciertos lugares del mundo, que las personas tengan éstas dos anteriores es señal de belleza.
El contenido que tenemos cada persona, está en la personalidad. Si lo vemos con nuestros familiares, amigos o incluso algunos comediantes del medio artístico –nacional o internacional- quizá no tengan rasgos físicos que sean “bellos” para el resto del mundo o para nosotros mismos, pero tienen la virtud de hacernos pasar un buen rato, nos hacen reír o nos entretienen con sus divertidas anécdotas y eso integra su contenido.
Finalmente, la belleza hoy en día queda registrada en una fotografía. Es cierto, que aquello que se llame: bello, cambia por la cultura y el tiempo que se vive, pero no hay que olvidar que lo primordial es el contenido. ¿De qué sirve la belleza física sin contenido? Después de todo, es un valor que con los años se desgasta… ¿Y qué es lo que nos queda? Lo que contenemos, nuestra personalidad.
Por: Estefania T. Minor
Contacto: https://www.facebook.com/FannyTMinor/
@FannyTMinor
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