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LAS HORAS DE MI AGENDA

Escrito por Ulises Velazquez Gil el . Posteado en La Marcha de las Letras

Ulises Velázquez Gil

El fondo de los vientos. Hace algunos días, tuve la fortuna de ver, en el canal de YouTube de Sylvia Georgina Estrada un video en torno a las colecciones de libros, y entre las mencionadas, está una de cuño reciente, muy mencionada a diestra y siniestra: Vientos del pueblo, editada por el Fondo de Cultura Económica. Sin embargo, no era la primera vez que esa colección me generaba desconcierto.

Una de las primeras acciones que el Fondo de Cultura Económica hizo ya bajo la dirección de Paco Ignacio Taibo II, fue crear una colección bastante accesible para difundir las letras mexicanas y universales; por menos de veinte pesos, te puedes hacer de un cuento de Rosario Castellanos, Anton Chejov, Elena Poniatowska u Óscar de la Borbolla, por decir algunos autores, pero con ilustraciones de algún artista plástico de la actualidad. (Si hacemos un poco de historia, hace más de treinta años la Secretaría de Educación Pública y la hoy extinta Conasupo lanzaron los Cuadernos Mexicanos, colección conformada por extractos bien elegidos de la historia y las letras mexicanas, y que tiene en Vientos del pueblo a su preclara sucesora en su genealogía editorial.)

Sin embargo, si de afanes de divulgación de la cultura hablamos, digno es resaltar la presencia de Fondo 2000 (en cuya selección y prólogos respectivos, encontramos el cuidado minucioso de Jorge F. Hernández, por cierto), que, por un precio bastante módico, pone al alcance de toda la gente obras de la cultura universal. Alfonso Reyes y Charles Baudelaire (traducido por Margarita Michelena), Octavio Paz y Sor Juana Inés de la Cruz, José Martí y Luis González y González, Victoriano Salado Álvarez y Álvaro Matute, entre otros autores, forman parte de esta grandiosa colección, que sigue ganando batallas a más de veinticinco años de su salida al mundo editorial. Y aquí me pongo a pensar lo siguiente: si es de imperiosa necesidad poner en las manos de la gente la obra de los autores contemporáneos, ¿por qué no incluirla en una colección ya establecida, en lugar de crear una nueva? (Además, el costo entre un ejemplar de Fondo 2000 y uno de Vientos del pueblo es prácticamente el mismo, entre 10 y 20 pesos…)

Que quede claro: nada tengo en contra de Vientos del pueblo. De hecho, tengo varios ejemplares, de los cuales no dejo de celebrar las ilustraciones. (Por cierto, agradezco que La madre del Metro de Óscar de la Borbolla por fin esté de nuevo en circulación.) Simple y sencillamente, hay que darle a Fondo 2000 el lugar que se merece, como crisol de buenas letras -donde lo mismo caben El Quijote que autores de cuño reciente-, en lugar de rematar ejemplares a ocho pesos, lo cual está muy bien, pero se le hará mejor justicia a la colección si le incluyes a nuevos autores, a guisa de compañeros de viaje de los ya existentes.

Y mientras esto sucede, dejemos que los lectores hagan su tarea. (Más que justo ¿no?)

Audio-recado para Nora de la Cruz. Uno de los canales de YouTube que sigo con cierta regularidad, es Interior 403, de mi colega y amiga Nora de la Cruz, cuyos afanes y empeños han llegado al mundo de booktube. En su video más reciente, sobre sus lecturas realizadas en el pasado mes de enero y las próximas a realizar durante el segundo mes del año, mencionó que tuvo la fortuna de escuchar el audiolibro de Caramelo de Sandra Cisneros ¡leído por su autora misma!, lo cual le sacó un poco de onda.

Aquí cabe hacer una acotación: no es lo mismo un audiolibro que una grabación tipo Voz Viva de la UNAM. En el primer caso, recae en una tercera persona el acercamiento a una obra que, por determinadas circunstancias, no se puede leer en físico (papel o dispositivo electrónico), mientras que la segunda tiene más afanes testimoniales, o sea, conocer la voz del autor. (Aquí en corto, cuando escuché la voz de Alfonso Reyes, quedé maravillado, mientras que con la de Martín Luis Guzmán, se me fue el alma a los pies. Imagínense por qué.)

Volvamos al audiolibro. Detrás de su realización, además de un equipo conformado por ingenieros de sonido, técnicos y productores, se cuenta con la participación principal de actores y locutores, cuya elocuencia sea a prueba de bala, enfatizando ciertos pasajes del libro en cuestión. (Recuerdo que Dani Aedo Santana -sí, la actriz que protagonizara la telenovela Carita de ángel a principios de los dosmiles– fue llamada a participar en la realización de un audiolibro, experiencia en la que, me imagino, salió bien librada.) Gracias a este equipo, mucha gente puede acceder a obras de la literatura universal mientras se hace de tiempo para acercarse a la obra original. (¡Hasta Homero Simpson conoció de qué iba la novela de su esposa mediante la voz de las gemelas Ashley y Mary-Kate Olsen!)

Con todo, la hechura de audiolibros que echa mano del autor mismo puede, por un lado, funcionar -sólo como guía, para un lector en potencia-, pero, por el otro, decepcionar a la primera de cambios. (En ese sentido, qué mala experiencia, Nora…) A final de cuentas, es como la lotería, “aproximaciones y reintegros”. (Persistamos en el empeño…)

Palabra de cocodrilo. “Escribo, porque escribir es un placer y una necesidad para mí. No sé para quién escribo. Hace tiempo lo ignoro. Escribo con fervor, diría, religioso, casi místico; sintiéndome un poco demonio, un poco ángel, un poco hombre, un poco niño, un poco mujer. Me siento con alma de detective sentimental. Así me justifico. Cuando yo muera, que me incineren: me acogeré, a 2000 grados de fuego, por última vez. Se oirán mis canciones. Chillará mi piel. Arderán mis ojos, mi boca. Ceniza.” (Efraín Huerta, “Justificación”, en: Permiso para el amor. Brevísima antología, Secretaría de Cultura-Gobierno de la Ciudad de México/CONACULTA).

A distancia, mas no distante. La gran sorpresa de estos días (al menos, para mí) fue el anuncio de que la edición 42 de la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería sí se llevará a efecto, pero de manera virtual, es decir, mediante enlaces en tiempo real en sus redes sociales y en su canal de YouTube. (“Como la FIL Guadalajara”, me dije, lo cual me consuela un poco, pero no del todo.)

En la década y pico que llevo asistiendo a la FIL Minería, he vivido de todo, desde recorridos imparables por el recinto hasta presentaciones emergentes, pasando por la cacería de firmas y, sobre todo, el encuentro con viejos y nuevos amigos. Y frente a ese capital de experiencias, no veo del todo mal que las mesas redondas y las presentaciones de libros se realicen de manera remota; así que esperaremos lo mejor para cuando llegue su tiempo. Y con sus respectivas líneas de mi parte.

(Muchas gracias por leerme.)

@Cliobabelis

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