LAS HORAS DE MI AGENDA
Ulises Velázquez Gil
Volver al Zócalo. El pasado viernes 8 de octubre, y luego de un año sin actividades presenciales, comenzó la Feria Internacional del Libro en el Zócalo, la cual, además de contar con todos los protocolos de sanidad, cuenta con la participación de la Brigada Para Leer en Libertad, presente en tres foros que rinden homenaje a los escritores Enrique González Rojo Arthur y Francisco Haghenbeck, y al dibujante Antonio Helguera, fallecidos en este año.
A diferencia de otras ediciones, donde las actividades duraban cerca de una hora, ahora se limitarán a media hora (cuarenta minutos, por mucho), a fin de seguir con los mencionados protocolos. Sin embargo, la FIL Zócalo pinta para ser el suceso del año, luego de una temporada con actividades a distancia, donde las plataformas Zoom y Facebook Live son cosa de todos los días.
El firmante de esta columna hebdomadaria, al momento en que salga la presente entrega, estará llegando al Zócalo a fin de realizar tres cosas: saludar a su colega y amiga Ingrid Solana (quien participará en la presentación del libro ganador del Premio Bellas Artes de Ensayo Literario “Malcolm Lowry”, a las 2:30 pm, en el Foro “Antonio Helguera”), pasar al stand de Ediciones Kookay y ver a Sue Zurita, y pasar con la gente de las Ediciones del Lirio para checar cuántos ejemplares tienen del epistolario de Helena Paz Garro con Ernst Jünger.
Sin embargo, no serán las únicas actividades que están contempladas. El martes 12, a las 3:30 pm, en el Foro “Francisco Haghenbeck”, se presenta un libro editado por Cal y Arena, que contó con la participación de, entre otras plumas, las de Mariana H. y Ligia Urroz (muy en boga por su novela Somoza). Y el jueves 14, misma hora y lugar, los nuevos libros de poesía de la colección El ala del tigre, editados por la UNAM, con la participación de las escritoras Elisa Díaz Castelo y Yelitza Ruiz.
En una entrega próxima de esta miscelánea en línea, entraré más en detalles sobre mi escala en la FIL Zócalo. (Estén al pendiente…)
Mesa de novedades. En la entrega anterior de estas Horas, mencioné la importancia de los libros durante mi breve reclusión por motivos de salud; a diferencia de otras ocasiones en que mi emisario de Correos de México me visita con las “novedades” del momento, sendos servicios de paquetería y entrega hicieron lo suyo.
En primer término, llegó a mis manos Mi lucha, novela del escritor israelí Ari Volovich, por parte de la editorial Moho, en espera de reseñarse muy pronto. Hasta el momento, es una novela que me tiene anonadado, y que merecerá sus propias líneas (como debe de ser). Semanas después, y en respuesta al llamado lector de la siempre querida Leslie Rondero, hicieron su feliz llegada a casita Panorama de la literatura infantil y juvenil mexicana de Juana Inés Dehesa (con algunas anotaciones hechas por Leslie) y el ya casi incunable Ensayo de orquesta de Laura Baeza (firmado por la autora), en espera de su siguiente lector, al tratarse de un libro que obsequio a la menor provocación -y Laura, su autora, lo sabe muy bien.
Para cerrar con el paréntesis de las novedades, la semana pasada me llegaron sendos libros de Fernando Fernández, La majestad de lo mínimo, su libro de temática lopevelardiana, y Viaje alrededor de mi escritorio, antología de varios textos suyos publicados por vez primera en Siglo en la brisa, su página web.
Tal parece que el último trimestre del año será bastante pródigo en lecturas nuevas, y mientras a cada una le llega su momento, quede aquí constancia de su llegada, al menos, a esta columna. (Felices lecturas.)
Cita reciente. “La vida es un tejido: correlaciones, pactos, saltos de tiempo, es una yuxtaposición de surcos del lenguaje. La vida no es cronológica: no es sucesiva; es una travesía de eternidades juntas, es decir, memoria. La memoria no es progresiva ni retentiva, es un cuerpo tullido” (Ingrid Solana, Memorias tullidas del paraíso).
El Vaquero del Mediodía cabalga de nuevo. A principios de este 2021 tuve la fortuna de ver Vaquero del Mediodía, documental dirigido por Diego Enrique Osorno, y luego de verlo (cosa que volví a hacer en semanas recientes), me lancé a la búsqueda de El cuchillo y la luna, volumen poético que consigna la obra de Samuel Noyola. En la pasada Feria del Libro Independiente del FCE, finalmente se dio el milagro de encontrar un ejemplar, pero ahí no acabó la sorpresa: la misma editorial que publicó la poesía reunida de Noyola, El Tucán de Virginia, acaba de lanzar Arcano Cero, antología poética hecha por Edith Noyola, hermana del autor, y con un plus: se incluyeron fotografías, algunas cartas y tres ensayos sobre la obra del autor de Tequila con calavera.
(No cabe duda: el “vaquero del mediodía” seguirá cabalgando por un buen rato más, y en este preciso instante, es necesaria una reunión definitiva de todos los textos de Samuel Noyola, incluyendo aquellas colaboraciones en el sitio web de la revista Letras Libres, heredera de Vuelta, donde se consignan sus andanzas y maestranzas antes de su desaparición en 2008, cuando el director del documental de marras lo vio por última vez.)
En defensa de mi casa. Hace un mes, el comité organizador de la Segunda Feria Nacional del Libro de Escritoras Mexicanas (FENALEM) nos invitó, a tres escritores y a quien esto escribe, a participar en una mesa redonda llamada “Hombres que leen mujeres”, con el fin de compartir nuestras impresiones sobre la obra de escritoras mexicanas de hoy y de siempre, como lectores que somos. Días después, supe por una de las organizadoras que dicha mesa fue de las más sonadas del encuentro, tanto de manera positiva como negativa. (Aquí, el enlace, para que salgan de dudas: Mesa hombres que leen a mujeres #FENALEM – YouTube)
En mi defensa diré que asumo mi parte de responsabilidad en cuanto a mi participación en dicho encuentro, y mi manera de reivindicarme con aquellas personas a quienes les resultó incómoda esa mesa, es de la misma manera con que acepté la invitación: leer, recomendar y obsequiar libros de escritoras mexicanas. Es mejor predicar con obras que enfrascarse en polémicas sin sentido, sin duda alguna. Y aquí paro el carro.
(Muchas gracias por leerme.)
@Cliobabelis
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