MANÍAS

Escrito por Ulises Velazquez Gil el . Posteado en La Marcha de las Letras

Ulises Velázquez Gil

(A Claudia Berenice, por soportar algunas de éstas…)

1.- Al despertar, luego de apagar o posponer la alarma del celular, es prender la radio y dejar que la primera música que suene sea la que determine el rumbo ulterior del día.

2.- Una vez alistadas las cosas para la ducha, coloco mi celular en algún lugar alejado del agua, abro la plataforma verdinegra y dejo que mi listado de canciones favoritas suene en bucle. (De esa puntada, nació un lugar seguro, del cual habrá oportunidad de escribir: Radio Regadera.)

3.- El primer café con que inicio las faenas del día, no debe llevar azúcar. Sólo un pan dulce o una rebanada fría de pay o de pastel, a guisa de acompañamiento.

4.- Ordenar, de diámetro mayor a menor, y con el número más que visible, las monedas para el transporte público; como si al hacerlo se postergase una caótica aparición de sucesos. (Aunque, a decir verdad, éstos suelen ser más interesantes de lo previsto…)

5.- Escuchar, de la misma forma en que Gerardo Deniz probaba un sorbo de yogurt o mordía un pedazo de betabel, alguna canción de un género diametralmente opuesto a mis intereses, nada más para comprobar que sigue sin gustarme. (Caso contrario, ¡al playlist!)

6.- Comprar boletos para conciertos cuya ubicación dé hacia el pasillo. (Eso de ser “sándwich” entre espectadores de una misma fila, es tan engorroso como una bancada partidista en el Congreso.)

7.- Guardar los libros en bolsas de plástico, al momento de sumarlos al equipaje de cada día, entre libretas improvisadas con papel de reciclaje sujetadas con broches y/o clips de presión. (Con todo y que las pastas de un libro describan el trajín de sus dueños -oficiales o de temporada-, la verdadera historia está en las anotaciones al margen o en los subrayados.)

8.- Y ya que hablo de subrayar los libros, esta acción debe hacerse con lápiz, generoso y desinteresado adminículo de escritura, y del número 2, como si de hacer un examen se tratase. (También aplica con el lapicero de puntillas: éstas del número 5, por delicadeza.)

9.- En fondas y restaurantes, colocar el salero detrás del despachador de servilletas; no por maldad o superstición, sino para evitar posibles tentaciones.

10.- Leer los libros de ensayos y de cuentos de manera salteada, y no desde la primera página. (Luego de la confesión de un colega y también editor, ya no sería del todo una manía…)

11.- Comprar obras de Julio Verne, pero en editoriales diferentes. (La casa editora en la que adquirí El rayo verde no debe ser la misma que Veinte mil leguas de viaje submarino, por poner un ejemplo.)

12.- Escuchar 20 de enero de La Oreja de Van Gogh cada vez que hago uso del tren suburbano, de ida y vuelta.

13.- Los textos en limpio van con pluma fuente y en hoja blanca; los borradores, a bolígrafo y papel reciclado. (Éstos últimos, una vez transcritos a computadora, se destruyen.)

14.- Repartir calendarios a lo largo de mis libreros, cuya sola vista me hace sentir dueño del tiempo.

15.- Comprar todos los ejemplares de un libro que me encanta (y doblemente, cuando el precio es casi un regalo).

16.- Obsequiar, a diestra y siniestra, esos ejemplares a las personas que más valoro en la vida.

17.- Para mis envíos de libros por correo, envolverlos en plástico transparente, aun si echo mano del sobre burbuja para mayor protección.

18.- Guardar las notas de compra en librerías y tiendas de discos y devedés, además de las de consumo en restaurantes, bares y fondas a los que voy con Ella. (“¡Qué manía la tuya de conservarlos!”, me reclamó un día.)

19.- Recorrer varias veces el pasillo del súper donde se encuentran los vinos y licores, en espera de encontrar aquella botella de vino rosado con que pasé una tarde-noche inolvidable.

20.- Y la más enraizada de todas mis manías: anotar en papeles sueltos (volantes, folletos, fotocopias) alguna idea suelta, un esbozo de poema o el fragmento de una canción que no deja de resonar en mi cabeza (alguna de María José, a decir de los últimos meses), para después colocar esa nota al vuelo en alguna carpeta, en espera de integrarse a una futura columna miscelánea, o de volver al cesto de la basura, como fruslería ocasional.

(De las demás que surjan después de escrita esta columna, mejor las obviamos ¿no les parece?)

@Cliobabelis

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