LEGADO DE VERDADES

Escrito por Ulises Velazquez Gil el . Posteado en La Marcha de las Letras

Ulises Velázquez Gil

Cada vez que leo un libro de memorias y autobiografías, siempre me hace mella aquella frase que Raymundo Ramos consigna en su conocido estudio y antología: “Recordar es un arte difícil”. Y no es para menos, porque en el empeño de hacer corte de caja de toda una vida, suelen aparecer otros recuerdos que pudieron revocar una postura irrebatible, o atenuaron una polémica entonces férrea y furibunda. De cualquier manera, volver a conocidos sucesos y figuras refrenda nuestro propio vaivén de vida.

Después de dos volúmenes de índole memorialista, Emmanuel Carballo (1929-2014) da cierre a esa etapa con otro similar, en apariencia fragmentario, pero que añade, sazona o refrenda algo de lo dicho previamente: Párrafos para un libro que no publicaré nunca, que se compone por 96 textos, entre ensayos, cartas y notas al vuelo sobre escritores, libros e instantáneas personales de un escritor que ejerció, férreamente, el oficio de la crítica, con todo y altibajos.

De 1953 a 2011 -fechas del primer y del último texto, respectivamente-, se da cuenta del proceso (también del progreso, cabría notar) de un escritor frente a su oficio y del cómo éste le atrajo aciertos que fallas, pero aprendizajes constantes por encima de todo. Desde hace unos cuantos años algunos de los poemas escritos en México se me caen de las manos. Sobre todo si se trata de los escritos por nuestros poetas recién llegados. Casi todos ellos (poetas y poemas) inducen a jugar a los acertijos. Lectores y críticos, al leerlos, nos convertimos en vulgares eruditos de heráldica. A primera vista, nos parece que Carballo hizo una radiografía puntual de la poesía de cuño reciente, pero al checar el año de escritura, se descubre -no sin sorpresa- ¡que es de 1953!, lo que nos lleva a pensar que no hay nada nuevo bajo el sol… por ahora.

Como ocurrió con su Diario público (volumen intermedio entre Ya nada es igual y el libro que ahora nos ocupa), se pasa revista a la vida cultural de México en décadas recientes, con la salvedad de que estos párrafos vienen a matizar nociones expuestas con antelación, o también para develar su otra cara, no tan halagüeña que digamos. Encuentro esta dualidad de miradas en “Las dos muertes de Martín Luis Guzmán”: Qué paradoja para los críticos en blanco y negro que un hombre ganado por el sistema sea, en el fondo de sí mismo, un iconoclasta, un disidente y un escritor de protesta. Cuando el hombre pacta con el gobierno, el escritor enmudece. A partir de ese instante, la literatura deja de tener sentido, razón, alas. Aunque Carballo no deja de reconocer la genialidad de uno de sus grandes maestros -cuya mención se prodiga al vaivén de las páginas, digno es resaltarlo-, sí le echa en cara su posterior significación. (Al final del día, su obra le sobrevive…)

Una peculiaridad de estos Párrafos… es la alternancia de pequeños ensayos (que nos remiten a sus Notas de un francotirador) con cartas dirigidas a distintos corresponsales (de José Lezama Lima y Julio Cortázar hasta familiares y amigos) e inclusive dos que tres anotaciones sobre el oficio de la crítica, por parte de un implacable y respetado exponente. Y lo más sorprendente, descubrir que aquellas consejas siguen más vigentes que nunca. Cada generación en cuanto obtiene la credibilidad que le dan las obras trascendentes publicadas por sus miembros lo primero que hace es modificar la lista de los escritores sobresalientes que redactó la generación en retirada a la cual va a sustituir. Quita a algunos viejos para colocar a algunos jóvenes talentosos. […] Al crítico le corresponde poner orden, ser el cronista de un momento (o de varios momentos sucesivos) de la literatura de un país. […] El verdadero crítico cuando madura aprende a mirar amigos y enemigos como autores a secas, en unos casos más capaces y en otros menos talentosos; lo demás es lo de menos. (En tiempos donde los dictados del gusto se someten al capricho del hype, es necesario atender comedidamente la preceptiva de un crítico con hartas horas de vuelo, que hoy en día echamos en falta.)

Una vez que llegamos a la última página de este libro, cabe la siguiente pregunta: ¿por qué Carballo es enfático en decir que no publicaría estos párrafos? Ante dicho cuestionamiento, me viene a la mente el escritor Emil Cioran y la decena de cuadernos que dejó a su muerte, bajo la instrucción de destruirlos, y en los cuales el franco-rumano escribió cosas sólo reservadas para la secrecía o el descargo personal, y que, dichas a las figuras allí mencionadas, multiplicaría los, de por sí, bastantes malentendidos.

No dudaría ni un ápice que también pase lo mismo con Carballo, con la salvedad de que muchas de sus apreciaciones y juicios sólo confirmen la perspectiva adquirida en lecturas anteriores. En este ejercicio de autocrítica, me viene a la mente el Pro domo mea que Jean Meyer publicó a tres décadas de su obra capital, La Cristiada, a guisa de ajuste de cuentas o, quizá, como justa valoración del camino andado. A lo largo de cincuenta y tantos años he tratado de ser fiel a mí mismo y congruente con las ideas en las que sustenté y sustento mis tareas como escritor y hombre preocupado por sus compatriotas. […] Supongo que a las personas como yo la historia oficial nos juzgará con simpatía. Quisimos cambiar el mundo y no pudimos.

Con Párrafos para un libro que no publicaré nunca, Emmanuel Carballo cierra una trayectoria de ímpetus críticos, así también la de participante de una época pródiga en expresiones y en lecturas, ambas susceptibles de justipreciarse y después colocar sucesos y cosas en el lugar que les corresponde: legado de verdades a la espera de hallar a su destinatario. Por la procedencia variopinta de los textos, encuentro cierta afinidad con los que Fernando Fernández nos comparte en su blog, de nombre Siglo en la brisa, donde ensayos de breve extensión y notas al vuelo se suceden con franqueza y fidelidad, entre la celebración y el aprendizaje constantes, cualidades dignas de un escritor comprometido con la página de cada día.

La última -de muchas palabras- queda a disposición de ustedes, de principio a fin. (Que así sea.)

Emmanuel Carballo. Párrafos para un libro que no publicaré nunca. México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes-Dirección General de Publicaciones, 2013 (Memorias Mexicanas).

 

@Cliobabelis

“La diferencia hace al político”

Escrito por Manuel Castañeda Riou el . Posteado en Información General, Parador Político

Vamos rumbo a la conclusión de lo que será uno de los gobiernos más comprometidos con las causas justas, con los idearios del noble ejercicio del poder, con una clase política diversa pero comprometida con los aspectos preocupantes de la agenda pública que traía ya desde mucho tiempo el Presidente Andrés Manuel López Obrador (que nos guste o no, será recordado por muchos como un verdadero hombre de Estado, con visión de su coyuntura política y de juicio justo; para los tiempos que se están viviendo y por otro lado será enjuiciado con toda la madera política –a la cual se le prenderá fuego, para que hierva todo lo que pueda-, sobre todo por aquellos que según su visión <> traiciono a los intereses inmediatos a las tranzas a la cuales estaban acostumbrados, que exhibió más de una vez como vulgares políticos con cero compromiso social y que sólo pensaban en los billetazos (negociazos al amparo de poder público y de los influencias acostumbradas) y no en el compromiso público-político que tienen esos cargos <>.
Así las cosas, se irá zanjando todo un panorama político que abrirá las puertas del infierno electoral <>, para el regocijo de todos aquellos que se fueron de la administración pública con la mente llena de odio, porque ya no se les dejó robar, tracalear o bien abusar del puesto. Sin embargo, y a pesar de ello, hay una sociedad cada vez más comprometida con el cambio verdadero, atento de todo lo que está pasando en la palestra política del país y de todo aquello que está aconteciendo en la toma de decisiones que el presente gobierno ha llevado a cabo (aunque se molesten los aprendices de brujo). Ya que saldrán las comparaciones entre los otros gobiernos del pasado y del actual, sobre todo sus esbirros de la “comunicación de paga y sus diversos analistas a modo; bosquejarán panoramas y porvenires sobrios, camuflajeados de crisis tristes en el futuro por venir, ya que no tendrán un discurso conciliador-argumentativo, estarán prestos a todas las trampas, a las vociferaciones sin sentido (serán solo repeticiones del mismo leguaje golpeador que hemos venido padeciendo desde hace mucho tiempo).
Por otra parte, la sociedad comprometida con la visión de estado y de país, tendrá que leer con detenimiento esas y otras cuestiones de fondo, ya que sin estas u otras lecturas que se puedan ir presentando, no estaremos a la altura de lo que se nos deja, para que no se no vuelva a perder el rumbo hoy por hoy dignificado políticamente.
Por lo pronto Obrador, colaboradores y su gente más cercana, tendrán que tener bien claro una sola cosa o llegan unidos a ese día o se volverá a la época de las rupturas cavernarias de la política mexicana, los caprichos y los desquites de manera violenta que afectará una vez más el panorama político-electoral. Y por otro lado si llegan unidos, entorno a un verdadero proyecto de país con continuidad de los proyectos que actualmente están vigentes que se vienen dado será un futuro no sólo prometedor para este país, sino que también para la gobernabilidad que tanto se anhela.

Cosas para resonar:
 ¡Claudia Shein ha dado la cara al problema de la crisis del metro, que dirán o estarán diciendo de ella los del PRIANRDMC! “Se invita a los opositores a expresarse, sobre todo los del prianismo que tienen citas pendientes con la justicia”.
 “El agua”, grave crisis se avecina y las instituciones educativas de educación pública superior. ¿Dónde están las investigaciones?
 El que no entiende de procedimientos administrativos –no debe de estar en la administración-. “Así las cosas en el ámbito público”.
 Al INE ya le llegó la hora de rendir cuentas públicas, como a toda institución que recibe dinero público.
 En Argentina el kirchnerismo –baja en encuesta- entendible es la inflación “así están varios países”, <> propuesta racionales -claro- si es que las hay en un entorno global complejo-.

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DEL CUENTACUENTO AL AUDIOLIBRO

Escrito por Ulises Velazquez Gil el . Posteado en La Marcha de las Letras

(Carta memorialista para Mónica Vargas)

Querida Mónica:

Al momento de responder al tuit que pusiste la semana pasada en tu cuenta, me devolviste la fe en un oficio que, como suele pasar, tiene sus altas y sus bajas; las primeras, en cuanto a los temas que mueven la pluma (en este caso, el teclado), mientras con las segundas, el bloqueo es el estado actual. Reconozco que el ánimo sigue presente, pero no sabía de qué escribir y es natural, porque si en algo se distingue una buena columna, es echar mano de las cosas que se tienen al alcance. (Literalmente.)

Después de escuchar (¡por vez primera!) un audiolibro, encontré la punta del hilo que compone a esta misiva. Me remontaré a mediados de los años 80, cuando supe de los llamados Cuentacuentos de la editorial Sal|vat, colección de pequeños fascículos acompañados de cassettes y elepés (vinilos, pues), con historias de la literatura universal narrados por locutores españoles. Recuerdo que fue mi mamá quien me los compraba en los puestos de revistas, y al momento en que llegaba a casa, prendía el modesto aparato modular y colocaba la cinta. Gracias a dichas grabaciones, supe de mitos griegos como La caja de Pandora o El monstruo del laberinto, cuentos harto conocidos como Cenicienta o La bella durmiente, y hasta algunos relatos de cuño más reciente (Toni y el tragamaestros, Pipo en Arcadia). Vaya, hasta supe de Rosa León, en cuya voz se inmortalizaron joyas como Debajo el botón, El barco chiquito y hasta la Canción de la vacuna, original de María Elena Walsh… y algo vigente por los días que corren.

De aquellas grabaciones, quedó en mí un gusto por escuchar una buena historia, con énfasis en la dicción y el matiz que debe darse a los personajes o a l tono con que debe conducirse la historia. (Hasta quiero pensar que mejoró un poco mi velocidad de lectura, cosa que en clase le movía un poco el piso a varios de mis compañeros…)

Pasó el tiempo, y aquellos Cuentacuentos dieron paso a las radionovelas que se trasmitían en la siempre añorada XEW. Aunque no les prestaba mucha atención (hoy lo reconozco, no sin vergüenza), era grata la escucha; de hecho, ese recurso auditivo me servía de mucho cuando leía en la clase de Español. (Ahora entiendo el porqué de mis participaciones en las ceremonias de los lunes, y hasta mi presencia en un concurso de oratoria, allá en el tercer año de secundaria…)

A veces, cuando la nostalgia me ganaba un poco la partida, volvía a la escucha de los pocos cassettes de mis Cuentacuentos, y disfrutaba de nueva cuenta de aquellas historias que inocularon en mí el gusto por la literatura, con todo y que pasaba “de panzazo” esa materia.

En mis años preparatorianos, mi compañía radiofónica la conformaban Radioactivo 98.5 y Ondas del Lago 690 am. De la primera estación, los domingos solía escuchar la retransmisión de la radionovela Kalimán (sí, la misma de “Serenidad y paciencia, pequeño Solín…”), y de la segunda, una variante más actual de la radionovela, basada en sucesos y figuras de la historia reciente. Desde Hugo Sánchez y Luis Donaldo Colosio hasta Yitzhak Rabin y Carlos Pellicer (este último en la voz de Jorge Lavat, según recuerdo), cada vida era susceptible de interés, y a guisa de complemento a las mesas de análisis que se transmitían dentro del noticiario previo. Por desgracia, ese sueño duró pocos años, hasta que la frecuencia cambió de dueño.

En años recientes, gracias a esa maravillosa grey llamada booktubers, supe de la existencia de los llamados audiolibros, ante los cuales me ganaba el escepticismo, el cual hasta hace poco vencí, por medio de “la plataforma verde”. Mi primera elección: Canción de bruma de Santi Balmes. A medida que avanzaban los cortes del audiolibro, me maravillaban los juegos de palabras y la manera con que Santi le daba énfasis a su propia obra. Y para más agua de azar, uno de los textos finales, “Palabrera”, era ni más ni menos que el poema que Joan Manuel Serrat lee al final de la canción que da nombre a El poeta Halley, álbum de Love of Lesbian, cuyo vocalista es el propio Santi.

En fin, querida Mónica, del cuentacuento al audiolibro han pasado tantas cosas, mismas que la memoria me devuelve hoy, y en afán de corresponder aquel consejo escondido en un tuit, con cuyas líneas presentes pago mi deuda hacia ti.

En espera de nuevas coincidencias, recibe mi agradecimiento y el fuerte abrazo de

Ulises Velázquez Gil

 

@Cliobabelis

DEL AIFA AL TREN MAYA, PASANDO POR EL CIRCO PANUCHO Y… ¿LA IMPOSICIÓN GABACHA?

Escrito por Juliana Castellanos Pedraza el . Posteado en Corolarios

POR JULIANA CASTELLANOS P.

 

VAYA QUE HAY BASTANTE TELA POLÍTICA-ECONÓMICA DE DONDE CORTAR EN ESTE MÉXICO DE LA ERA OBRADORISTA…

EL AIFA DESPLEGÓ SUS ALAS… TRAS AÑOS Y MESES DE CONSTANTES ATAQUES  Y DESCALIFICACIONES, POR FIN EL AIFA EN SU PRIMERA ETAPA DESPLEGÓ SUS ALAS EL 21 DE MARZO, GRACIAS AL TRABAJO DE MILITARES Y CIVILES QUE CONJUGARON RESPONSABILIDAD Y TALENTO EN UN PROYECTO QUE HIZO REALIDAD LA POSIBILIDAD DE UNA RED AEROPORTUARIA EN LAS CERCANÍAS DE LA CIUDAD CAPITAL, PARA ALIVIAR EL TRÁFICO AÉREO.

LOS BERRINCHES SE DIERON PORQUE EL NEGOCITO DEL AICM, SE LES FUE DE LAS MANOS A LOS NEOLIBERALES PRIANISTAS, QUE EMPEZARON A COMER EL PASTEL ANTES DE CONCRETAR EL SUEÑO IMPOSIBLE DE INSTALAR UNA TERMINAL DE ALTOS VUELOS EN UNA ZONA LACUSTRE, DÓNDE ESTABAN PUESTOS O LISTOS, PARA EL DOBLE NEGOCITO.

ES DECIR, EL DESARROLLO INMOBILIARIO QUE IBA A CREAR ALREDEDOR Y EL MANTENIMIENTO QUE IBA A COSTAR A LOS MEXICANOS UNA MILLONADA PARA QUE EL AEROPUERTO NO SE HUNDIERA, INCLUSO HAY QUIENES PENSARON QUE ÉSTO ÚLTIMO, IBA A GENERAR OTRA ESPECIE DE FOBAPROA CON CARGO AL ERARIO PÚBLICO; PARECIERA SER QUE SIGUEN EMPEÑADOS EN SANGRAR A MÉXICO CON TAL DE INCREMENTAR SUS NEGOCIOS E INVERSIONES.

MEMORIA CON PRISA

Escrito por Ulises Velazquez Gil el . Posteado en La Marcha de las Letras

Ulises Velázquez Gil

En alguno de sus Párrafos para un libro que no publicaré nunca, Emmanuel Carballo nos dice que “el memorialista lo sabe todo, únicamente tiene que recordarlo, arrebatándoselo al olvido: así goza de nuevo sus viejas vivencias y experiencias”. Para el caso del cronista, no basta recordar las cosas, sino serle fiel al espíritu que le corrió en suerte vivir; sin embargo, cuando destella una buena pluma, ambas circunstancias hacen las paces y el efecto es más impactante.

Consciente de su tránsito por ambos mundos, José Ángel Leyva nos entrega sus Anacrónicas, donde la memoria se hace escuchar, pero la persistencia de los hechos le conserva su aura de inmediatez. Diecinueve textos que van de sucesos y figuras del mundo cultural -territorio nativo del autor, a primera vista- hasta dar cuenta de la realidad que se escapa de nuestras manos, tanto en el buen como en el mal sentido: de la (mala) influencia del narco a la inverosimilitud del Torito.

La primera sección del libro se compone de tres entrevistas con figuras únicas en su tipo, en cuyo nombre llevan el sino de una vida llena de altibajos; aunque sus tribulaciones los llevan a sopesar un poco más su lugar en el mundo, a los tres les une el contacto con la creatividad: […] La creación es libertad, si no, no es nada. Atreverse a hacer algo que antes no existía, porque la palabra libertad es a la vez una palabra hueca, vacía, desgastada, que sólo puede adquirir sentido en el hacer (Vlady). […] Descubrí que hay un universo de otras cosas que sí puedo hacer, comer y saborear. Aprendí a darle estabilidad a mi vida, a dominar mi carácter. No se puede modificar el destino, lo que sí se puede es conocer los complejos y dominarlos. Uno no elige el destino, el destino lo elige a uno, y aunque se haga todo por negarlo, tarde o temprano nos encontrará (Santero).

Para la segunda parte de Anacrónicas, nos encontramos con figuras un poco más afines al autor, es decir, colegas de pluma y afanes, que prodigan ingenio y genialidad por los cuatro costados. Un Nicanor Parra que ejerce sus cualidades de buen anfitrión, incluso cuando persiste un reclamo sobre el uso de su imagen; a Edmundo Valadés y su memoriosa imaginación; a Rafael Ramírez Heredia, figura y “espontáneo” frente a las lides de la vida diaria, así como el recuerdo de dos poetas excepcionales -Lêdo Ivo y Juan Gelman (vuelto cuentista por obra y gracia de un taxista)-, y hasta una genealogía de bolsillo, plasmada en su texto sobre los Evodio Escalante, padre e hijo, paisanos al fin. Evodio Escalante Vargas, referente inevitable para quienes evocamos un Durango utópico. No el que vivimos, sino el que remorimos cada día esperando cambios, noticias, señales de un porvenir acorde a los deseos, misterios de rumbos ajenos ligados a los nuestros. Evodio era un receptor de tales signos.

Líneas más adelante, el recipiendario de aquellos signos terminará siendo -¡oh, milagro de la genealogía!- su hijo, también tocayo y homónimo. Es duro para un poeta ser crítico de sí mismo, pero lo es más para un crítico ser poeta. En ambos casos la complacencia es el enemigo a vencer. Evodio es implacable con la obra ajena porque existe un manifiesto amor por la belleza, una exigencia irrestricta de perfección y de congruencia.

El tercer apartado es, a su vez, deuda y homenaje hacia un país de sus grandes afectos: Colombia, presente a través de colegas y amigos, así también sus tribulaciones y pesares al saberla cautiva de la violencia -de la realidad, por así decirlo-, evidente en “Colombia, la cruel felicidad” y “El Guaviare. ¿Dónde comienza La Vorágine?” Con “El poeta con un tiro en la cabeza” se engarzan tanto los ya mencionados como aquellos dedicados a Juan Manuel Roca y a Jotamario Arbeláez, porque la poesía se torna territorio inmune a la realidad. Su nombre es Fausto Ávila y su vida transcurre, paradójicamente, en la desolación que impone su invalidez. Es poeta, pintor y víctima de la violencia que ha dejado estelas de sufrimiento en el pueblo colombiano. […] Su humor era punzante y rápido. Cuando todos salieron a buscar bebidas, él pidió una cerveza sin alcohol. En un medio etílico la solicitud parecía un chiste. Pregunté por qué. Él sonrió con discreta amargura y respondió sin afectaciones: “Porque tengo una bala en la cabeza”.

Respecto a la cuarta y última escala de Anacrónicas se manejan dos registros: la tragedia y el humor. Del primero dan cuenta “Ciudad Juárez, entre el miedo y la esperanza” y “Déjà vu 19-S”. Una aclaración necesaria: aunque la tragedia es el hilo conductor (la situación de violencia en esa ciudad fronteriza, la reincidencia de las fechas en un suceso que cimbró -literalmente- a la gente que lo vivió de lejos muy cerca), hay un dejo esperanzador que nos devuelve a la conciencia de tales sucesos. (El miedo atávico por los temblores sigue, como también el dejarse alcanzar por la violencia fronteriza…)

Sobre “Superbarrio: un pueblo, una máscara” y “Una estancia en El Torito”, asistimos a un pintoresco desfile de personajes donde, aparentemente, se pueden reflejar taras como obsesiones. Un ídolo de la lucha libre que eligió un pancracio más intenso, el de la militancia política, aun sin perder su peculiar semblante: […] La lucha como espectáculo y como crítica, como escenificación de una pelea contra los problemas que agobian al pueblo, a la sociedad en general […]. Del ambiente plasmado en el segundo texto, salen a relucir sujetos interesantes que se vuelven, a lo largo de 36 horas -más lo que se acumule por amparos de cuestionable procedencia- en hermanos de infortunio. Cuando me contaron el caso de una amiga muy respetable y tímida a la que recluyeron en El Torito […], no me entraba en la cabeza cómo alguien de su edad y se rango intelectual fuera consignada a tales separos. […] El caso es que me acaba de suceder. Si en ella me parecía absurdo, en mí era inimaginable.

(Paréntesis aparte: Por la manera en que Leyva pinta a los “huéspedes” del Torito, me recuerda a aquellos que Álvaro Mutis plasmó en su Diario de Lecumberri, con la salvedad de que los compañeros del narrador de dicha crónica sí podían salir de tal embrollo. Inevitable sentir simpatía por el peleonero de Iztapalapa, el Nicolás Alvarado con uniforme o hasta por los Manolín y Capulina de petatiux…)

Con todo, acercarse a estas Anacrónicas (“cuya fuerza radica en el sentir y resentir de lo cotidiano”, a decir de Cathy Fourez, en el prólogo que antecede al conjunto) nos recuerda el deber que tenemos como contadores de historias, inclusive las ajenas que se vuelven nuestras por el simple hecho de contarlas, de hacernos partícipes de sus andanzas y hasta de sus tribulaciones, donde al final del día persistan el recuerdo y el aprendizaje. (Memoria con prisa, después de todo.)

Para quienes estamos al tanto de la obra de José Ángel Leyva, encontramos en este flamante volumen la pericia de sus libros de entrevistas, pero también su prístina misión de ganarle al tiempo todas las batallas habidas y por haber mediante el ejercicio de la poesía, de no dejarle nada al olvido.

De la permanente inmediatez de este libro, sabrán ustedes qué hacer. (Así sea.)

José Ángel Leyva. Anacrónicas. Prólogo de Cathy Fourez. México, Fondo de Cultura Económica, 2021 (Letras Mexicanas).

@Cliobabelis

VIDA ENTRE CANCIONES

Escrito por Ulises Velazquez Gil el . Posteado en La Marcha de las Letras

Ulises Velázquez Gil

En alguna parte de Alexis o el tratado del inútil combate, dice Marguerite Yourcenar lo siguiente: “Estamos atados por tantas ligaduras al lugar en que hemos vivido que nos parece que al alejarnos será también más fácil alejarnos de nosotros mismos”. Cuando una vida, sin importar su propio cauce, se ve orillada a dejar su lugar de origen y de residencia, hay sucesos y figuras que, por un lado, nos incitan a dar el siguiente paso, o también, por otra parte, a desistir de hacerlo y quedarse en el mismo punto. Si en algo se distingue sobremanera la literatura es en materializar esas posibilidades, siempre y cuando en aras de contar una historia y significarse con ésta de alguna manera.

Con Esto no es una canción de amor, Abril Posas se avienta a explorar ambas opciones y nos entrega una primera novela donde el quid no reside en lo que viene por delante, sino en las cosas y los casos aún presentes, mientras se toma una decisión definitiva, inclusive cuando se opte por un golpe de timón y la vida dé un giro de 180 grados.

Dos sucesos son importantes para su protagonista, Romina: la relación con su madre y la inminente desintegración del grupo musical del cual forma parte, Los Incómodos, cuya variopinta alineación se dedica a tocar covers, aplicando aquella consigna comercial de “al cliente lo que pida”. Las señales de este derrumbe continuaron de forma sutil, pero contundente, escalando en los años que siguieron. Por ejemplo, el corazón ya no se me aceleró con la misma intensidad cuando anunciaron el nuevo sencillo de mi banda favorita, sobre todo porque los músicos que sigo ya están muertos o en giras interminables de sus grandes éxitos. […] sé que no quiero novedades, sólo que me confirmen que lo que sentí hace diez o veinte años significó algo en verdad.

Para un grupo dedicado al oficio de cantar letras ajenas, la expectativa de la novedad es algo opcional, sin embargo, esto mantiene a raya cualquier inquietud propia; unirse a una común empresa sólo por complacer al público que pide (y no deja de pedir) siempre la misma canción. Anto, Yanni, Alejandro y Gonzalo son los compañeros con los que Romina comparte tanto el repertorio de “viejas confiables” como los afanes propios que buscan otros escenarios a modo. Por separado podrían describirnos como ”en potencia”, aunque tenemos la suerte de que juntos no se note tanto que estamos un poco rotos y apenas podemos mantenernos de pie con cada set que armamos. […] casi nadie nos pregunta de dónde venimos o cómo nos encontramos. A veces me gustaría contármelo, sólo por el gusto de comprobar que todavía lo recuerdo.

En alguna parte de una canción reciente de Love of Lesbian (cuyo “Club de fans de John Boy” figura en algún setlist de Los Incómodos, por cierto) dice que “la nostalgia siempre deja frágil”. Así como la protagonista añora -por así decirlo- aquellos días de versiones y presentaciones suicidas frente un público inmisericorde, también hace lo propio con su madre, cuya ausencia resuena en los recuerdos y en las canciones que persisten dentro de su memoria, como podemos ver en el capítulo 0 (a guisa de prólogo para la novela, como si se tratase de una película o de la edición especial de un álbum con grandes éxitos de ayer, hoy y siempre). Era el primer día de nuestras vacaciones de verano de 1995. No sabíamos que sería el último. Tampoco sospechábamos que trece años después, así como intentó adelantármelo, la enfermedad regresaría. Sólo que en esa ocasión la que iba a pavonearse no sería mi madre, sino la muerte.

Cada vez que la presencia de su madre sale a relucir en conversaciones familiares (a las que Romina llega subrepticiamente), se queda pensando en cómo ella sobresalía del resto de sus hermanas, qué la diferenciaba entonces; y con la música que escuchaba se podía marcar esa diferencia. Me encuentro enfrascada en una pelea entre las canciones con las que crecí de niña y las que conocí por mí misma en los 90, así que el algoritmo de mi reproductor debe estar haciendo cálculos de mis mezclas. No son duras, no me he perdido todavía en las garras de una cumbia, pero ya estoy presa en las redes de un poema. (¿Brecha generacional, acaso?)

En el proceso de aceptar tanto la separación como la ausencia, Romina acepta que lo único seguro en la vida son las canciones que llevamos en el playlist de nuestros recuerdos, incluso si éstos no fueron del todo halagüeños. Mi único consuelo es que más tarde […] olvidaremos cualquier tipo de cicatriz, nueva o antigua, con las canciones que nos hicieron llorar y con las que nos salvamos la vida.

Con todo, en Esto no es una canción de amor persiste aquella idea de Marguerite Yourcenar de que son tantas las cosas que nos unen al lugar donde se reside, y por más que se busque el alejamiento, el repertorio de vivencias nos recuerda el vaivén de una vida entre canciones, tercamente vivida de principio a fin. Aunque a primera vista esta novela de Abril Posas sorprenda por su brevedad, no así con su cuidada prosa y el detallado diseño de sus personajes, con los cuales es ineludible identificarse (para bien, para mal); con un libro de cuentos y desde ahora, una novela, nos encontramos frente a una escritora muy comprometida con su oficio de narrar y de serle fiel a la historia que desea narrar desde el fondo de sí.

En ustedes queda reconocerlo de buenas a primeras. (Que así sea.)

Abril Posas. Esto no es una canción de amor. Guadalajara, México, Paraíso Perdido, 2020 (Taller del Amanuense, 55).

 

@Cliobabelis

Tiempo al tiempo

Escrito por Flor y Látigo el . Posteado en Colaboración Ciudadana, Información General

El programa Tiempo al tiempo nos remonta a la época de la conquista española y el primer encuentro entre Hernán Cortés y la Malinche, a quien tuvimos la oportunidad de entrevistar para que nos platicara más a fondo sobre su papel en este periodo, cómo su nombre ha sido manchado con el paso de los años, y tuvo la oportunidad de reivindicarse después de tanto.

 

Créditos:

PRODUCTOR: ROBERTO CERNA CORRALES

ASISTENTE PRODUCCIÓN:KAREN SANABRIA ROA

LOCUTOR 1: LUIS ENRIQUE RAMÍREZ FERRER

LOCUTOR 2: LEONARDO HERRERA FLORES

MUSICALIZADOR: LUIS ENRIQUE TORRES BAUTISTA

REPORTERAS: ZAIRA URBÁN PARRA, YAZMÍN LÓPEZ RIVERA, IVONNE MONSERRAT MENDOZA LUNA

GUION: JUAN PABLO CRUZ GALVÁN, ROBERTO ADRIÁN ARTEAGA RODRÍGUEZ, KAREN SANABRIA ROA

LAS HORAS DE MI AGENDA

Escrito por Ulises Velazquez Gil el . Posteado en La Marcha de las Letras

Ulises Velázquez Gil

Volver a Minería. Por segunda ocasión consecutiva, la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería se lleva a cabo de manera virtual; durante nueve días, presentaciones de libros como mesas redondas se realizarán desde la comodidad de hogares y oficinas, donde la participación tanto de profesionales del libro como del público en general no se hará esperar. Y a diferencia de años anteriores, la feria se realiza un mes después, es decir, del 24 de marzo al 4 de abril.

Sin embargo, para quien esto escribe esta condición no deja de generarme sentimientos encontrados… de nueva cuenta. Como siempre suele decirlo, el año no inicia el día primero de enero, sino cuando llega la FIL Minería, y ahora con la modalidad a distancia, sí se siente la pesadumbre.

Por otro lado, con esta modalidad en línea se cumple uno de mis sueños más locos cada que voy a la FIL: estar en muchos eventos al mismo tiempo. Al término de una presentación, sólo un ligero movimiento y ya estoy en una mesa redonda, y de ahí, a una conversación con un autor del momento, entre otras cosas. Lo que sí se extraña (todavía): el paseo por los stands, saludar a los colegas y amigos, y llevar de paseo a la chica que nos quita el sueño.

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