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DEL CUENTACUENTO AL AUDIOLIBRO

Escrito por Ulises Velazquez Gil el . Posteado en La Marcha de las Letras

(Carta memorialista para Mónica Vargas)

Querida Mónica:

Al momento de responder al tuit que pusiste la semana pasada en tu cuenta, me devolviste la fe en un oficio que, como suele pasar, tiene sus altas y sus bajas; las primeras, en cuanto a los temas que mueven la pluma (en este caso, el teclado), mientras con las segundas, el bloqueo es el estado actual. Reconozco que el ánimo sigue presente, pero no sabía de qué escribir y es natural, porque si en algo se distingue una buena columna, es echar mano de las cosas que se tienen al alcance. (Literalmente.)

Después de escuchar (¡por vez primera!) un audiolibro, encontré la punta del hilo que compone a esta misiva. Me remontaré a mediados de los años 80, cuando supe de los llamados Cuentacuentos de la editorial Sal|vat, colección de pequeños fascículos acompañados de cassettes y elepés (vinilos, pues), con historias de la literatura universal narrados por locutores españoles. Recuerdo que fue mi mamá quien me los compraba en los puestos de revistas, y al momento en que llegaba a casa, prendía el modesto aparato modular y colocaba la cinta. Gracias a dichas grabaciones, supe de mitos griegos como La caja de Pandora o El monstruo del laberinto, cuentos harto conocidos como Cenicienta o La bella durmiente, y hasta algunos relatos de cuño más reciente (Toni y el tragamaestros, Pipo en Arcadia). Vaya, hasta supe de Rosa León, en cuya voz se inmortalizaron joyas como Debajo el botón, El barco chiquito y hasta la Canción de la vacuna, original de María Elena Walsh… y algo vigente por los días que corren.

De aquellas grabaciones, quedó en mí un gusto por escuchar una buena historia, con énfasis en la dicción y el matiz que debe darse a los personajes o a l tono con que debe conducirse la historia. (Hasta quiero pensar que mejoró un poco mi velocidad de lectura, cosa que en clase le movía un poco el piso a varios de mis compañeros…)

Pasó el tiempo, y aquellos Cuentacuentos dieron paso a las radionovelas que se trasmitían en la siempre añorada XEW. Aunque no les prestaba mucha atención (hoy lo reconozco, no sin vergüenza), era grata la escucha; de hecho, ese recurso auditivo me servía de mucho cuando leía en la clase de Español. (Ahora entiendo el porqué de mis participaciones en las ceremonias de los lunes, y hasta mi presencia en un concurso de oratoria, allá en el tercer año de secundaria…)

A veces, cuando la nostalgia me ganaba un poco la partida, volvía a la escucha de los pocos cassettes de mis Cuentacuentos, y disfrutaba de nueva cuenta de aquellas historias que inocularon en mí el gusto por la literatura, con todo y que pasaba “de panzazo” esa materia.

En mis años preparatorianos, mi compañía radiofónica la conformaban Radioactivo 98.5 y Ondas del Lago 690 am. De la primera estación, los domingos solía escuchar la retransmisión de la radionovela Kalimán (sí, la misma de “Serenidad y paciencia, pequeño Solín…”), y de la segunda, una variante más actual de la radionovela, basada en sucesos y figuras de la historia reciente. Desde Hugo Sánchez y Luis Donaldo Colosio hasta Yitzhak Rabin y Carlos Pellicer (este último en la voz de Jorge Lavat, según recuerdo), cada vida era susceptible de interés, y a guisa de complemento a las mesas de análisis que se transmitían dentro del noticiario previo. Por desgracia, ese sueño duró pocos años, hasta que la frecuencia cambió de dueño.

En años recientes, gracias a esa maravillosa grey llamada booktubers, supe de la existencia de los llamados audiolibros, ante los cuales me ganaba el escepticismo, el cual hasta hace poco vencí, por medio de “la plataforma verde”. Mi primera elección: Canción de bruma de Santi Balmes. A medida que avanzaban los cortes del audiolibro, me maravillaban los juegos de palabras y la manera con que Santi le daba énfasis a su propia obra. Y para más agua de azar, uno de los textos finales, “Palabrera”, era ni más ni menos que el poema que Joan Manuel Serrat lee al final de la canción que da nombre a El poeta Halley, álbum de Love of Lesbian, cuyo vocalista es el propio Santi.

En fin, querida Mónica, del cuentacuento al audiolibro han pasado tantas cosas, mismas que la memoria me devuelve hoy, y en afán de corresponder aquel consejo escondido en un tuit, con cuyas líneas presentes pago mi deuda hacia ti.

En espera de nuevas coincidencias, recibe mi agradecimiento y el fuerte abrazo de

Ulises Velázquez Gil

 

@Cliobabelis

LAS HORAS DE MI AGENDA

Escrito por Ulises Velazquez Gil el . Posteado en La Marcha de las Letras

Ulises Velázquez Gil

Volver a Minería. Por segunda ocasión consecutiva, la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería se lleva a cabo de manera virtual; durante nueve días, presentaciones de libros como mesas redondas se realizarán desde la comodidad de hogares y oficinas, donde la participación tanto de profesionales del libro como del público en general no se hará esperar. Y a diferencia de años anteriores, la feria se realiza un mes después, es decir, del 24 de marzo al 4 de abril.

Sin embargo, para quien esto escribe esta condición no deja de generarme sentimientos encontrados… de nueva cuenta. Como siempre suele decirlo, el año no inicia el día primero de enero, sino cuando llega la FIL Minería, y ahora con la modalidad a distancia, sí se siente la pesadumbre.

Por otro lado, con esta modalidad en línea se cumple uno de mis sueños más locos cada que voy a la FIL: estar en muchos eventos al mismo tiempo. Al término de una presentación, sólo un ligero movimiento y ya estoy en una mesa redonda, y de ahí, a una conversación con un autor del momento, entre otras cosas. Lo que sí se extraña (todavía): el paseo por los stands, saludar a los colegas y amigos, y llevar de paseo a la chica que nos quita el sueño.

PROSA EN PIE DE GUERRA

Escrito por Ulises Velazquez Gil el . Posteado en La Marcha de las Letras

Ulises Velázquez Gil

En una canción de la española Luz Casal se puede encontrar la siguiente estrofa: “Vengo del Norte, vengo de un mundo/ de fantasías y héroes de sal/ que no tuvieron mejor destino/ que centinelas del temporal”. Para el libro que ahora nos ocupa, hay un aura de premonición o quizá la actualización de un designio.

Uno de los sucesos capitales de la historia mexicana del siglo XIX, sin lugar a duda, es la guerra entre México y Estados Unidos, que buena parte del tiempo sufre el asedio maniqueo y broncíneo del gobierno en turno; sin embargo, hay historias que bien merecen contarse, aún si la gloria obtenida le pertenezca al bando contrario.

DE CLARA VOCACIÓN

Escrito por Ulises Velazquez Gil el . Posteado en La Marcha de las Letras

Ulises Velázquez Gil

“Hay vidas, hay vidas que se van,/ diciendo todo lo que hicimos mal./ Frecuencias que se van sintiendo/ de los que quisimos más”. Al momento de escuchar el presente fragmento de la canción “Estaré” del grupo mexicano DLD, se cae en la cuenta de que si en algo se distingue nuestra estancia en el mundo, es en seguir aprendiendo, con todo y que la ausencia de la gente que nos dio nombre y destino todavía destelle en el tiempo. En el campo de la literatura esto es moneda corriente, y estas ausencias se tornan materia prima para poemas, cuentos, novelas, memorias y autobiografías; estas últimas, donde los sucesos no se cuentan cómo fueron, sino como nos es posible recordarles.

De una década a la fecha, se han publicado libros de raigambre memorialista, donde se evidencia el proceso que llevó a sus autores a transitar por los senderos de la escritura y para muestra, Cuando me volví mortal, volumen atípico -por único- dentro de la bibliografía de Carmen Boullosa. Compuesto por seis textos, a caballo entre el ensayo y las memorias, conocemos de primera fuente los sucesos que llevaron a su autora a cobrar conciencia acerca de la escritura, de volverla su fe de vida.

CONVIVIO Y ESCALAS

Escrito por Ulises Velazquez Gil el . Posteado en La Marcha de las Letras

Ulises Velázquez Gil

En alguna ocasión, una colega de mi maestro Raymundo Ramos le preguntó acerca del origen de su columna en un suplemento cultural, a lo que éste le respondió: “Tengo varios temas -literalmente- sobre la mesa y el primero que vea, sobre ése escribo”. A medida que avanza el tiempo, son los temas quienes nos salen al paso, sea para suscitar un recuerdo o una reflexión, sea por el gusto de divagar un poco. De la columna impresa hasta su versión en línea (blog), todo espacio se torna susceptible para ese empeño.

Desde hace más de una década, Fernando Fernández ejerce cada semana la escritura de su blog, donde tienen cabida temas que le salen al paso, es decir, le generan inquietudes como gratos hallazgos, entre evocaciones de colegas y amigos que conviven al vaivén de la escritura en línea, sorpresiva como impactante, bajo el señero nombre de Siglo en la brisa.

A guisa de retrospectiva, llega a nuestras manos Viaje alrededor de mi escritorio, libro que reúne 36 entradas, elegidas de entre más de 500 que conforman su bitácora en línea, a manera de ajuste de cuentas con el tiempo presente, que n deja de prodigar sus propias maravillas y milagros. Para muestra, basta un botón… La semana pasada conocí a Fernando Fernández. No se crea que me he vuelto loco, o que ha caído en la tentación de ensayar una suerte de doppelgänger con algún propósito literario […] Y es que, en España, llamarse como él y como yo es algo nada infrecuente, por lo que resulta norma que nuestros muchos homónimos hagan algo para intentar diferenciarse entre sí.

UNA DÉCADA DE VIAJE

Escrito por Ulises Velazquez Gil el . Posteado en La Marcha de las Letras

(Carta periférica para Rosalía Velázquez Estrada)

Mi querida queridísima Rosalía:

Hace tanto tiempo que te quería escribir una carta, pero por una u otra cosa no se dio el momento indicado para ello; como decía una exalumna tuya, “a veces el tiempo no es nuestro” y hasta para la escritura de cartas, esto se vuelve dolorosamente acertado.

Son diez años los que llevas de viaje, y quienes nos quedamos aquí a cuidar de tu recuerdo aún te echamos en falta; han pasado tantas cosas en este lado del tiempo que no dudamos en compartírtelas, sin importar tiempo ni ocasión.

Comienzo con decirte que cada día me despierta observar la fotografía de aquella vez que compartimos mesa en un coloquio realizado en nuestra querida FES Acatlán; fue la primera ocasión donde estuve frente al público para leer una ponencia (de varias que tuve a bien escribir, y que bien ponderabas por su fluidez en el estilo). Cada que la veo, siempre me recuerda la eficacia de aquel milagro llamado amistad a primera vista, y de éste, las amistades heredadas, entre éstas, dos alumnas tuyas muy aventajadas, de calidez e inteligencia destellantes, que hoy día me privilegian con su amistad -con todo y que el tiempo siga haciendo de las suyas. (Al momento en que escribo estas líneas, hay un niño en su vida, con quien ejercen el arte de ser madre, el arte de ser tía.)

ESCALAS AL INTERIOR

Escrito por Ulises Velazquez Gil el . Posteado en La Marcha de las Letras

Ulises Velázquez Gil

En el ensayo que da nombre a la compilación Horas en una biblioteca, Virginia Woolf nos dice que la admiración que inspiran nuestros contemporáneos es “cálida y genuina porque con el objeto de dar paso a la fe que en ellos tengamos a menudo hemos de sacrificar algún prejuicio muy respetable, y que nos daba incluso credibilidad”. Aunque esa circunstancia se desarrolla sine qua non en todos los géneros desde donde se practica la escritura, es en el ensayo donde ocurre esto más a menudo; en aras de serle fiel a una idea o a la práctica de ésta, a veces es menester sacrificar ciertas nociones, preconcebidas de antemano.

Consciente de todo ello, Laura Sofía Rivero nos entrega un flamante volumen de ensayos, pero que, a diferencia de libros anteriores, éste se arriesga un poco más, a fin de salirse de linderos harto conocidos -donde lo ínfimo se vuelve tomografía y el presente devela sus propias retóricas.

Dios tiene tripas. Meditaciones sobre nuestros deshechos aborda, a lo largo de once ensayos, qué relaciones tiene el cuerpo con el resto del mundo; en particular, con el acto de expeler nuestros deshechos, cosa que las llamadas buenas conciencias se esmeran (aún en estos dosmiles) ocultar bajo denominaciones escatológicas, por decirlo menos. La escritura de lo asqueroso es difícil de digerir. ¿Por qué querríamos leer sobre suciedades si con ahínco fabricamos eufemismos, escondemos desagües bajo el piso y diseñamos casas que separan los deshechos? Durante siglos nos hemos afanado en el ocultamiento. Quien pronuncia lo que nadie nombra comete un pecado capital: el del mal gusto. […] Pero ni todo el recato ni el miedo a la fragilidad de nuestro interior podrá quitarle a los temas soeces su cualidad más inquietantemente bella: la universalidad.

LAS HORAS DE MI AGENDA

Escrito por Ulises Velazquez Gil el . Posteado en La Marcha de las Letras

Ulises Velázquez Gil

Quincena de partidas. Una de las encomiendas que el protagonista de Sostiene Pereira le encomienda a su joven asistente en la página cultural del diario vespertino, es elaborar una nota necrológica. En los primeros días de 2022, no uno, sino varios obituarios han aparecido en tanto en diarios y programas de radio y tevé como en las llamadas redes sociales.

El pasado 8 de enero, supimos del fallecimiento del escritor Gerardo de la Torre, autor de novelas como Ensayo general o Hijos del águila (de reciente reedición en el Fondo de Cultura Económica, en la legendaria Colección Popular); junto a René Avilés Fabila y José Agustín formaron parte de la nueva ola de las letras mexicanas (también llamada “generación de la Onda”). La primera vez que supe de Gerardo de la Torre fue gracias a la colección ¿Ya leíssste?, donde se publicó su novela Hijos del águila; gracias a que Óscar de la Borbolla lo invitó a una de sus charlas de su ciclo Miércoles Literarios fue que conocí a De la Torre, quien firmó mis ejemplares de sus novelas arriba mencionadas.

Galería 2

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