Es tiempo propicio para analizar candidatos y partidos antes de decidir por quién votar, si es que va a acudir a las urnas el próximo 7 de junio.
En una democracia representativa como la que se practica en México, en teoría, los diputados, ya sea estatales o federales, son los representantes del pueblo y su tarea fundamental es la de legislar, o sea, presentar iniciativas de ley, analizarlas, discutirlas y aprobarlas o rechazarlas, según sea el caso, ya sea en comisiones o en el pleno.
Para tal efecto, una vez en funciones, los legisladores se deben apegar al llamado proceso legislativo que tiene un alto grado de complejidad, tanto, que diputados y senadores que han vivido del erario público por 40 o más años, brincando de senador a diputado federal o viceversa; de diputado federal a diputado local o de local a federal o diputado a la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, no conocen bien a bien las reglas de su principal función y ya ni se diga de aquellos que por primera vez se ven beneficiados con un cargo de esa naturaleza.
Esta deficiencia está resuelta porque en el Congreso de la Unión hay personal invaluable e inamovible que elabora el guión para cada sesión, y lo único que tiene que saber el presidente de la mesa directiva en turno y los secretarios de la misma, es saber leer y asunto arreglado.
Podría pensarse que para desempeñar tan “alta responsabilidad” los integrantes del congreso tendrían que ser los más preparados académicamente hablando, pero no, cualquier ciudadano en ejercicio pleno de sus derechos políticos puede ejercer su derecho a votar y ser votado, sin que se le exija como requisito ningún nivel de estudios. Bueno eso dice la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, pero las leyes reglamentarias incluyen las reglas para interpretar y decidir cómo es posible acceder a ese derecho, y desde luego los partidos políticos registrados o con registro condicionado, son los que designan a quienes serán sus candidatos al través de sus respectivos procesos internos, por lo que se pudiera afirmar que en México no hay elecciones, lo que hay son votaciones, pues la democracia interna de los partidos, que son los que seleccionan a sus candidatos, deja mucho que desear.