¿Por qué fomentar la cultura del ahorro?
En anteriores artículos he reiterado la situación de la “recompensa” o beneficio como aquello que llegará a largo plazo y no inmediatamente. En el caso de las inversiones, es ésta su naturaleza y para ello es necesario familiarizarnos con éste tipo de prácticas que engloban parte del mundo de las finanzas. Sin embargo, hay múltiples realidades tanto en el ámbito urbano como rural –al menos en México- que hacen difícil que algunos tengan acceso a ésta información y puedan incrementar o mejorar su situación económica.
Hace unos días tuve una plática con una politóloga con especialidad en finanzas, quien opina que ahora con la pandemia se han visto ventajas y desventajas, así como evidenciado la poca práctica que en el público general existe con relación al uso de las tecnologías y su facilidad para hacer múltiples transacciones. Una de las ventajas es que ahora se va a reducir el uso de papel moneda, lo cual hace necesario y urgente el incremento de la estructura de seguridad cibernética. Otra es el uso correcto de préstamos y créditos, los plazos para el pago de éstos y por supuesto los intereses. Las transacciones para el pago de servicios desde alguna aplicación móvil y que ya no es necesario –como en otras décadas- contar con un historial crediticio porque tienen la característica de ser como una cuenta de ahorro o de débito –tienes el capital que ingresas o te depositan a la tarjeta–.
Por otro lado, a todos aquellos que agarraron desprevenidos, sufren de egresos por una falta de estrategia comercial –sean actividad esencial o no– la cual, evidencia una falta de difusión y publicidad, incluso teniendo presencia en redes sociales –a menos que sean grandes corporativos los cuales cuentan con estrategias por temporada, previamente planeadas y con un público cautivo que conoce la marca o servicio–. Las pequeñas y medianas empresas se ven entonces en un dilema porque deben sacrificar ya sean a su planta de empleados o bajar sueldos y a aquellos que continúen laborando, harán home office –si está en sus posibilidades– o un sistema mixto –dependiendo de las actividades y necesidades que desarrolle cada empresa–. El detalle aquí es el siguiente, así como se reduce personal, los que queden laborando deben hacer el trabajo de los que ya no están –sea de su área o diferente–y en muchas ocasiones por el mismo sueldo que ya tenían –a menos que éste se haya visto afectado por una reducción–. Lo que al final termina generando un sentimiento de impotencia por parte del trabajador, pues se ve explotado y ante la presente emergencia sanitaria prefiere mantenerse bajo estas condiciones que no percibir ningún ingreso.
Ahora bien, ¿por qué es tan difícil fomentar el ahorro? Dos puntos medulares de esto es primero, la aportación para el retiro y segundo, el pago de impuestos; a esto se le pude agregar –sea el caso de quien tenga bien a bien contratarlo– un seguro de gastos médicos, de automóvil, de gastos funerarios, entre muchos otros, -porque actualmente hasta las mascotas podemos asegurarlas–. Todo esto es un círculo de gastos que se ven reflejados hasta que se necesiten o requieran –pros y contras de tener un seguro, por ejemplo– Sin embargo, aunado a esto, la politóloga plantea que del ingreso que se tenga, recomienda llevar tabla con los gastos mensuales importantes o en su defecto implementar alguna aplicación que nos auxilie para llevar registro de pagos en los servicios básicos, transporte público o gasolina, compra de víveres para el hogar y comida. Más adelante hablaré de otro problema que puede complicar el horro, conocido como gasto hormiga. Finalmente, los medios están, solo falta informarse, saber usarlos y cuándo implementarlos.
Por: Estefania T. Minor
@FannyTMinor
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