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Fernando Fernández

CONVIVIO Y ESCALAS

Escrito por Ulises Velazquez Gil el . Posteado en La Marcha de las Letras

Ulises Velázquez Gil

En alguna ocasión, una colega de mi maestro Raymundo Ramos le preguntó acerca del origen de su columna en un suplemento cultural, a lo que éste le respondió: “Tengo varios temas -literalmente- sobre la mesa y el primero que vea, sobre ése escribo”. A medida que avanza el tiempo, son los temas quienes nos salen al paso, sea para suscitar un recuerdo o una reflexión, sea por el gusto de divagar un poco. De la columna impresa hasta su versión en línea (blog), todo espacio se torna susceptible para ese empeño.

Desde hace más de una década, Fernando Fernández ejerce cada semana la escritura de su blog, donde tienen cabida temas que le salen al paso, es decir, le generan inquietudes como gratos hallazgos, entre evocaciones de colegas y amigos que conviven al vaivén de la escritura en línea, sorpresiva como impactante, bajo el señero nombre de Siglo en la brisa.

A guisa de retrospectiva, llega a nuestras manos Viaje alrededor de mi escritorio, libro que reúne 36 entradas, elegidas de entre más de 500 que conforman su bitácora en línea, a manera de ajuste de cuentas con el tiempo presente, que n deja de prodigar sus propias maravillas y milagros. Para muestra, basta un botón… La semana pasada conocí a Fernando Fernández. No se crea que me he vuelto loco, o que ha caído en la tentación de ensayar una suerte de doppelgänger con algún propósito literario […] Y es que, en España, llamarse como él y como yo es algo nada infrecuente, por lo que resulta norma que nuestros muchos homónimos hagan algo para intentar diferenciarse entre sí.

De cierta manera, en este libro “conviven” varios Fernando Fernández, todos interesados por tópicos diversos: botánico de ocasión, cazador de erratas, memorialista en ristre y hasta lector en bucle, como ocurre en “De viaje con Rosa Lida de Malkiel”, en el cual se evidencia un rampante afán por leer; de cómo la lectura de un libro nos lleva a otro, y de ahí, a un tercero, cuarto, incluso una biblioteca entera, según lo permita el azar.

En “Si el oxim[o]ron es tolerable”, aparte de conocer su interés por adentrarse en el origen de una palabra, nos externa su preferencia (que otros tildarían de tozudez) por escribir/acentuar cierta palabra, en lugar de seguir la ortodoxia de “la vieja confiable”. La razón es sencilla: siempre he escrito y pronunciado la palabra de esa manera, esto es como si fuera llana y no esdrújula. Hace no mucho hice uso de ella al final de un artículo sobre un “volcán” de Vicente Rojo: la sensación que me produce la aguatinta de gran formato del artista hispanoamericano que cuelga de una pared de mi estudio, es la de una “volcánica serenidad”; antes escribí: “si el oximoron es tolerable”. Desde Helena Beristain hasta Julio Ortega, pasando por el recuerdo de José Molina Ayala (cuya generosidad grecolatina persiste en los empeños del autor), se pasean por un pro domo mea que, a decir verdad, se suscribiría sin problemas.

Una figura preponderante para Fernando Fernández es Gerardo Deniz, a quien ha dedicado decenas de páginas y cuidado su obra en varias ocasiones -más lo que se acumule en la semana. Aunque su maestro y colega ya merece ampliamente un volumen propio, el texto aquí reunido (“Un soneto inédito de Gerardo Deniz”) es sólo una pequeña (gran) muestra del genio y figura denicianos, donde un poeta de altos vuelos -y con su respectiva aparición en este libro- no sale tan bien parado que digamos: […] a Almela le pareció que su amigo había leído cierto libro sobre el tema, aunque el poeta de “Salamandra” negó conocerlo acaso porque su información provenía de alguna otra fuente. Pero lo que disparó la creación del soneto fue que Octavio, hacia el final del famoso poema, dice que “la salamandra es un lagarto”. (Paréntesis aparte. En alguno de los textos incluido en su arranque de memorias llamado Paños menores, Gerardo Deniz mencionó algunas cosas que le pasaron por alto a Octavio Paz, con relación al poema de marras. Quede aquí el dato, para otra lectura en bucle.)

Un episodio digno de figurar en una antología de orden fantástico nos la comparte el autor en “Esqueleto de Gonfoterio”, donde el equívoco en un pie de foto detona otra suerte de lectura, en el marco del homenaje a un escritor de renombre. ¿Qué pensar de algo así? No es muy amable colocar debajo del retrato de un autor que alcanza las ocho décadas un pie de foto que se refiere a los restos óseos de un mamífero extinguido hace miles de años. Me temo que la comparación nos llevaría muy lejos.

Por último, ¿qué sería de este libro sin el texto de dónde recibe su nombre? A decir de la variedad de sucesos y personas aquí reunidos, es posible conocer qué maravillas guarda dicho mueble, indispensable en nuestras labores de lectura y escritura. Cuando mandé hacer mi escritorio quise que fuera tan grande como para poder desplegar sobre él un mapa de buenas proporciones. Si nunca lo he hecho, no ha sido por falta de espacio. […] la mayoría de veces de libros y papeles que fueron consultados un momento y se quedaron a hacer turismo en mi escritorio, contagiados por mi incurable tendencia a la divagación. De la misma forma en que los libros hacen turismo en el escritorio, así también los temas que le generan interés: vueltos entrada en su blog, en espera de su ulterior lector ideal, donde hasta Compay Segundo se entrelaza con Federico García Lorca. (Y Viceversa.)

Con todo, Viaje alrededor de mi escritorio da cuenta de todos los intereses de Fernando Fernández, donde a la par de una cuidada prosa, el afán de adentrarse en un objeto, un libro o unos versos aprendidos al vaivén de la memoria se vuelve convivio y escalas para una curiosidad impenitente. Aunque a Siglo en la brisa todavía le queden muchos itinerarios por seguir, la presente compilación es sólo el principio, del cual sólo queda esperar grandes augurios y renovadas lecturas. (Así sea.)

Fernando Fernández. Viaje alrededor de mi escritorio. México, Bonilla Artigas, 2020 (Las Semanas del Jardín, 14).

 

@Cliobabelis

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