Un viaje al pasado, muy muy lejano

El imaginario nacional se sustenta en un pasado indígena indigno (para algunos) y la salvación del español (no menos indigno para los menos); ni siquiera se tiene una noción clara de lo que significaba la presencia de los soldados españoles salvo la campaña de conquista material y espiritual. Por eso cuando se revisa la historia no se evitar mencionar la labor civilizatoria y evangelizadora de los europeos; pero no se vincula a esos soldados con personajes tan importantes de la España como el Cid Campeador, don Rodrigo Díaz de Vivar. Porque es la personificación de los personajes que tanto dañaron a otro referente importante, aunque no es sino producto de la imaginación de otro soldado: Miguel de Cervantes Saavedra. Hablo de don Alonso Quijano, el célebre Don quijote de la Mancha.

Todo esto porque para asistir al Festival Medieval Internacional de Hadas y Duendes que organizó Kamelot, El Castillo del rey que dirige Samuel Shapiro –que reúne su pasión por la música, los caballos y la época medieval- se requiere romper los moldes que corresponde a quien, fundamentalmente, investiga la fiesta en México.

En fin, mi esposa y yo llegamos a Huesca de Ocampo en el Estado de Hidalgo; pero no era ahí el Festival… sino más adelante, hasta San Miguel Regla, población que se ubica en el mismo municipio de Huesca.

El escenario se parece al que se presenta en las películas del género y que tienen al Rey Arturo y sus Caballeros de la Mesa Redonda o a Carlo Magno como figuras centrales de sus relatos; aunque claro la austeridad obliga a imaginar el castillo y al rey; también decían que era la Princesa Berenice pero en realidad parecía la reina por su porte y su papel esencial en el Festival. Pero había muchos pendones, uno con la figura de San Miguel Arcángel, con una breve plegaria (en inglés), que correspondían a los distintos grupos de infantes que participan: Cruzados, Caballeros de la Orden de Kamelot, Caballeros de la Orden del Santo Grial, entre muchos otros participantes.

Aparte de los puestos de comida y de recuerdos –incluido una de pedrería natural o curada- vinculados con lo medieval, se ofrecían al público otros locales que tenían gran éxito: el stand de Cetrería a cargo de Omar Vázquez, de Arquería a cargo de los arlequines y algunos Caballeros. Lo último que se abrió a los interesados fue el de Bodas Medievales, porque no había muchos solicitantes de este servicio especial y eran más los curiosos que se acercaban a presenciar a los pretensos y el rito del matrimonio en las modalidades medieval, vikinga o celta.

Pero la asistencia al Festival no era para contraer nupcias, en ninguna modalidad; sino, disfrutar de un conjunto de actividades que nos remontan a un pasado, muy, muy lejano y que vamos a describir, brevemente.

El programa, sujeto a cambios, del Festival Medieval Internacional de Hadas y Duendes estaba organizado según el siguiente orden. A las 12:00 el opening a cargo del Mago Merlín en realidad fue por la Princesa Berenice; quien dio la bienvenida explicó la razón de este Festival y agradeció tanto a los asistentes como a la administración del sitio que nos recibió. Siguió el performance Sarracenos contra Caballeros a cargo de los Caballeros de la Orden el Santo Grial y donde los protagonistas más importantes eran las banderas de ambos grupos; claro no faltó el combate uno a uno; cara a cara entre un sarraceno y un Caballero.

Continuó con juegos interactivos organizados y coordinados por los Arlequines como la cuerda, combate con dos grupos que disputan el poder arrastrar a sus rivales más allá del centro (imaginario) con que inicia el juego y que siempre se corre el riesgo de caer en el intento; los arlequines organizaron dos combates uno de niñas y otro de niños y en ambos uno de los participantes pagaba el tributo a la tierra. El otro juego fue un concurso de carreras sobre lanchas vikingas parecían más bien una chanclas enormes con tres integrantes cada una.

Después disfrutamos de la “música de fusión pagana medieval” a cargo del grupo Kiilbal Páax, integrantes María Elena Pizotita Prieto, Eduardo Olvera, Enrique Quesadas Luna y quien no me proporcionó su nombre (pero apareció en muchas, muchas fotos). El grupo interpretó e hizo bailar, incluso a la Princesa Berenice, a una buena cantidad de voluntarios que al ritmo de un paso a la izquierda otro a la derecha uno atrás y otro adelante aprendieron los pasos básicos de las danzas medievales.

Después la Fundación Calavera AC de Pachuca explicó y jugó con jugadores de la propia fundación y otro breve encuentro con voluntarios e integrantes del grupo el “Juego medieval Yugger”. El juego, una mezcla de futbol y rugby, aportaba las distintas armas que portaban los participantes y que representaban distintos “castigos” a quienes era tocados por esas armas. La anotación parecía como el básquet pero sin canasta. De cualquier forma nos entretuvo para ver hasta donde eran seguidas las indicaciones de tan extraño juego. Los tres fundadores de Calavera Canario fueron José María Gil con su hermano Ramón, actual presidente y Servando Sare, secretario.

Nuevamente los arlequines se apropiaron de la plaza e invitaron a los asistentes en participar en la Danza del Palo de Mayo o Baile de los listones y fue interesante ver cómo cada uno tomaba una cinta y trataba de coordinarse a pesar del esfuerzo de quien dirigida el baile, en especial cuando se hacía la reverencia al palo de mayo.

Después de un receso o Convivencia (decía el programa) porque era el momento de acercarse a los actores, a los arlequines y en fin a los que participaban para la foto o la entrevista, el grupo de danza árabe Spiral realizó varias danzas con desigual respuesta del público. En ese momento no pude ver las danzas porque seguía a Shapiro para que me dejara, por fin, entrevistarlo; porque aunque le solicité a Laura Contreras varios intentos me decía con mucha pena: “se me escapó; aquí estaba hace un momento”.

Así, dije de aquí soy y no me alejo del director general hasta lograr la entrevista, primero me invitó al trono real -yo que soy tan republicano- le argumenté que por el sonido no era conveniente, se alejó un poco y yo insistía; total me dijo mejor en el camerino. Allá vamos y resulta que se encontró algún colaborador y le pidió le consiguiera algo de comer porque a esa hora no había probado bocado, llegamos al camerino pero era tremendo el ruido que hacían los Caballeros del Santo Grial y los muchos ayudantes, asistentes o familiares que ahí se encontraron. En ese momento Samuel recordó que había llegado Nicole que participaría después del grupo Spiral y de nuevo vamos de regreso al palco real, habló con el productor musical y regresamos rumbo al camerino. Pero cansado me dijo; “Aquí mero mejor” y agrego algo que no recuerdo. Y en medio del bosque donde el silencio debería imperar… pero con los caballeros alistando sus armas, los bufidos de los caballos y el tránsito de los peatones (bueno hasta tres trocas llegaron en ese momento) fue imposible evitar el ruido ambiental de la entrevista. Fue breve, muy breve pero destacó sus pasiones que se concretan en Kamelot, El Castillo del Rey: la música –fue integrante de la banda Cristal y acero– los caballos y la época medieval.

Nuevamente los arlequines aparecieron en escena ahora para organizar el concurso de la manzana; ya saben hay que morder hasta terminar una manzana que cuelga de un hilo sin usar, decía el rey, más que el hombro y cuatro mujeres jóvenes participaron en la primera ronda y después cuatro varones en la segunda; yo creo que la ganadora hizo algo de trampa porque en las fotos se ve que metió más que hombro.

Después Nicole Coello y Jonhatan Ramos, ejecutaron un “danza fusión clásica medieval” con un par de besos incluidos para resalar la historia de amor que estaban interpretando. Debieron ser muy difíciles los movimientos que ejecutaban, en especial Nicole, porque el pasto no tiene la misma calidad que un piso de madera, de cemento o, simplemente, terrado. Así que el esfuerzo de los bailarines debe agradecerse y mucho porque el talento se ve que lo tienen.

Apenas abandonaban el escenario Nicole y su pareja cuando se escucha un ruido extraño provocado por los Caballeros de la Orden del Santo Grial que con paso militar se acercan al centro y se distribuyen en dos grupos que se colocan en los extremos y desde ahí se provocan, se convocan a combatir. En general domina el combate uno a uno; en las escaramuzas, se hacen fintas, se ataca y se retira del contrario. Pero, intempestivamente, se lanzan todos los combatientes de los dos bandos para encontrarse en una campal en donde se da y se recibe; donde se gana y se pierde. Claro que el público elige a sus preferidos, por guapos, fuertes o cualquiera otra razón, los vitorea y con ellos se emocionan con el combate.

Lástima que no se oyen las puyas, los diálogos que algunos personajes -muy en su papel- asumen en insultar a su oponente. En fin todos ganan y sólo uno perdió su escudo, cuando recibió un mandoble que le lastimó el brazo y siguió combatiendo pero sin escudo, exponiéndose a una lesión mayor. Pero todo sea por la emoción de participar en este Festival Medieval. En cuanto concluye este combate se provecha para que los asistentes se tomen la foto con su héroe sin morir en el intento; porque están tranquilos, recuperando energía después el frenético combate.

Con los Caballeros como testigos aparece el Rey de Kamelot que procede a investir de caballeros y damas a todos los pequeños que se acercan a este acto -entre ritual y sagrado- pero importante para incrementar las filas de los futuros caballeros y damas de Kamelot, el Castillo del Rey. Este ciclo bélico se cierra con el combate entre Aamir y Darshan con sus padrinos apoyándolos y dándoles consejo durante la contienda.

Siguen cuatro princesas de Kamelot que ejecutan alegres danzas mostrando no sólo la coordinación tan importante como el vencer a su principal enemigo: el pasto que ofrece una mayor resistencia para sus movimientos.

Como media hora empleó Omar Vázquez durante su intervención sobre Cetrería porque animó su participación con tres ejemplares que tenía en su estand: un águila, un búho y un cuervo además de invitar al público para acercarse a estos animalitos y hasta alimentarlos. Claro la labor que desarrolla a través de su Ecoproyecto Mictlán es importante porque busca preservar la fauna y la flora del país.

Pero ya era hora de partir así que me despedí de Samuel Shapiro, del príncipe y la princesa Berenice y de algunos otros de los integrantes de Kamelot, el Castillo del Rey y hasta de mi sobrina Lilian que me regaló las cortesías para presenciar este espectáculo y de mi cuñada Lidia; pero entre saludos y despedidas alcancé a escuchar (grabar no: nunca falla se me acabó la pila de la cámara) al grupo de gaitas y percusiones llamado Codex Festivus que armó gran alboroto; primero porque cuando los anunciaron algunos de los integrantes andaban, seguro, rindiendo homenaje al espíritu del bosque y fue necesario esperar a que se reunieran en torno a los micrófonos y segundo porque provocaron entre sus muchos admiradores –porque los había- que el público siguiera el ritmo y hasta cantara alguna de sus interpretaciones.

Finalmente nos despedimos de la familia y a la carretera para esperar el transporte a Huasca y de ahí a Pachuca; que todo fue bastante rápido y económico. Más tarde, después de una escala necesaria, a la Terminal de Autobuses y de ahí a nuestro destino final: la Ciudad de México. Por cierto y  nuevamente gracias a mi sobrina Lilian.