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Antes de que termine el año

Escrito por Flor y Látigo el . Posteado en Colaboración Ciudadana

Durante estos meses he escrito diversas reflexiones que se han materializado en publicaciones semanales. Ya pasó nochebuena y la festividad de la navidad e independientemente de festejarlas o no, para algunos resulta fácil celebrarlas –como si no existiera la emergencia sanitaria que vivimos actualmente- sin considerar por un momento, que hay personas que están bajo condiciones adversas –hablando en cuanto al tema de salud- no solo por las hospitalizadas que padecen el virus; por los trabajadores de salud con largas jornadas de trabajo –más de lo que ya eran-; las familias que buscan y hacen largas filas para obtener un tanque de oxígeno porque tienen un familiar que está esperando el preciado recurso en casa. Son tiempos en donde no se puede permitir uno no ser empático con el otro.

Muchos conocemos alguna versión de Cuento de navidad o Canción de navidad o A Christmas Carol de Charles Dickens, es un clásico llevado principalmente al cine con múltiples adaptaciones; todo contenido navideño toma mayor difusión en estas fechas y que año con año salen películas que tienen una temática relacionada a la misma. Versa principalmente el lado moral en los cuentos “clásicos” –portarte bien, realiza buenas acciones o actos de corazón durante todo el año o de lo contrario no tendrás regalos de Santa Claus- no pierdas la esperanza o creencia en él –como en la película El expreso polar-; haré una breve remembranza de lo que compete a Cuento de Navidad. Ebenezer Scrooge –el personaje principal- es un hombre viejo, ermitaño, avaro, tacaño, alejado de las festividades y de su único sobrino, sin mostrar algún sentimiento hacia los demás, desdeñando principalmente aquellos que son más desafortunados en la escala social. Una noche, el espectro de Marley, su socio en vida, llega a prevenirlo del destino que tendrá después de la muerte sino cambia su forma de ser. Lo advierte de que durante la noche lo visitarán tres espíritus, sin más información y al desaparecer el espectro de su antiguo socio, Ebenezer con incredulidad, espera a la primera visita. Tiene la visita del primer espíritu, el de las navidades pasadas; si hacemos memoria de las primeras navidades, las propias –de la infancia o juventud, habrá un contraste irremediablemente con el momento que actualmente todos vivimos-. No solo por aquellas personas que ya no están con nosotros –como es el caso de la hermana de Scrooge-, los lugares en las que celebramos en aquellos años, la situación económica –razón por la que no quiso sentar cabeza con su novia-. Ebenezer durante todos esos años cambio su forma de ser y olvidó –por comodidad- para no desviarse de su objetivo principal, establecer su local y ser una persona próspera económicamente hablando, -si bien el autor no especifica qué profesión ejerce, se puede entender que es un prestamista o una especie de banquero-. Durante su convivencia con el espíritu de las navidades presentes, se muestra la vida cotidiana de su único trabajador, el señor Bob Cratchit quien, a pesar de no tener un trato amable con su jefe, agradece que el banquete humilde para su esposa y varios hijos, es gracias a éste. Al ver las condiciones del hijo más pequeño de esta familia, Tiny Tim, quien está sentenciado a morir tan joven por las condiciones que vive su familia, Scrooge reacciona con clemencia.

-Si estas sombras permanecen inalteradas por el futuro, ningún otro de mi raza lo encontrará aquí. ¿Qué importa? Si va a morir, es mejor que lo haga y así aliviará el exceso de población.

vintage-1705150_1920Scrooge bajó la cabeza al escuchar sus propias palabras citadas por el espíritu y se sintió embargado de dolor y remordimiento. –Si en el fondo de tu corazón eres hombre y no diamante –dijo el espíritu-, no utilices esos malvados términos hasta que hayas descubierto cuál es el exceso y dónde está. ¿Vas tú a decir quiénes han de vivir y morir? Puede que para el cielo seas menos apto para vivir que millones parecidos al niño de este pobre hombre. (p.51)

Cuando el espíritu de la navidad presente se expresa con las mismas palabras que Scrooge, apela a ese debate moral con el que la mayoría de la población ha crecido y que perdura en el inconsciente colectivo. Y tiene relación con la recompensa, -tema que hable en el artículo anterior-. ¿Qué esperamos si nos portamos bien o mal? Se oscila entre la recompensa y el castigo, actuamos condicionados como cuando de niños nos advertían que, si no nos portábamos bien, los Reyes magos no nos traerían nada. En lugar de fomentar algo que nazca de forma espontánea de uno sin esperar recompensa a cambio.

Retomando el tema de Canción de Navidad, de esta última reflexión que corresponde al año 2020 con el personaje de Scrooge, el último espíritu que lo visita, es el espíritu de las navidades futuras, el cual de manera muda pero contundente, le muestra que, de continuar así morirá sin nadie que lo acompañe, que esté velando su cuerpo, y será objeto de los carroñeros que saquearán su casa, porque al final la vida con o sin él continuará y tendrá el mismo destino después de estar muerto que su socio, el señor Marley. “-Llevo la cadena que fui forjando a lo largo de mi vida. La hice eslabón a eslabón y metro a metro, la ceñí por mi propia y libre voluntad, y por mi propia y libre voluntad la llevé. ¿Te resulta un modelo extraño?” (p.22) Si tomamos en cuenta aquellas visiones entre los espíritus de las navidades del pasado, como del presente, resulta obvio que todo lo que pase sea fruto de lo que hizo, como de aquello que omitió. Como seres temporales es curioso pensar que solo en esta época podemos redimirnos cuando tenemos varios meses para hacerlo –no esperando una recompensa o un castigo a cambio- sino con aquello que nos haga sentir en paz con nosotros mismos; la pandemia nos hace convivir no solo con nuestras familias sino con nosotros mismos y es ahí donde entra quizá el reto más grande y es aprender a convivir con uno mismo. Desde las oportunidades perdidas, los sacrificios de la felicidad, las decisiones que tomamos y las otras tantas que omitimos, forjamos nuestro futuro. Scrooge cambia al final porque se vio a sí mismo con el tiempo perdido, todo lo que ha hecho y dedicado en su vida no tiene destinatario.

Es importante destacar cuan devotos y fieles a una religión pueden ser los mexicanos en diferentes partes del país, sin embargo, somos como Scrooge en algún momento de la vida o en ciertos meses del año. Y es aquí donde se puede mencionar un “algo” que forma parte de la esencia del mexicano, fechas como éstas se ven permeadas por promover los valores, principalmente: la convivencia en familia, el perdón, la honestidad, el ser generosos. Pero muchas veces se queda reservado para la temporada, en un momento específico. -Es tiempo de dar-, dicen, pero si es en otra época del año, ¿acaso no cuenta? En contraste con cualquier otro momento durante el mismo, es donde se apela a todos estos valores, pero en muchas ocasiones, éstos no se ven reflejados durante el transcurso del año, o es que ¿acaso también aquí aplica la fama del mexicano promedio de dejar todo para el último momento?

En México estas festividades, propias del continente europeo vienen con la colonización y evangelización, los frailes aprovechando el culto a los dioses y rituales que se llevaban a cabo en esos tiempos, durante estos meses por los habitantes originarios de México, adaptan las canciones y los rituales para que así los fenómenos conocidos hoy como las pastorelas, las posadas o las piñatas sean resultado del sincretismo cultural. Si bien nuestros antepasados hacían diversos rituales a lo largo del año, en ningún momento –de lo que se tiene documentado hasta el momento- esperaban algún objeto como premio a cambio de hacer el ritual; era un dar y recibir como un ciclo natural, todo con el fin de que prosperaran las cosechas, el agua, el fruto, todos los recursos con los que subsistieron sin esperar un castigo o una recompensa a cambio; el ciclo de la naturaleza en su cosmovisión parte de respetar y cuidarla. La moral se genera con la evangelización y cuando promueves el castigo como resultado por ciertas acciones, se aleja de la verdadera motivación de hacer las cosas.

Hay una serie en una plataforma de streaming que plantea que la humanidad desde que generó la globalización y el consumismo, todos van de una u otra forma al infierno por contribuir a la cadena de consumo. Después de todo, ¿qué hay al otro lado?, ¿un premio, un castigo, el purgatorio?, ¿qué seguridad tenemos de llegar a un “buen lugar” después de que termine nuestra existencia? Por lo mientras, procuremos nuestro planeta cada uno desde nuestra trinchera para mantenerlo con vida. No queda más que celebrar con prudencia estas fechas pues no sabemos qué pueda pasar dentro de un año. Al menos mi expectativa es seguir escribiendo para los lectores y que donde quiera que éstos se encuentren tengan buena salud y un próspero año nuevo.

Por: Estefania T. Minor

@FannyTMinor

Bibliografía consultada:
DICKENS, Charles. Canción de navidad, Grupo Editorial Éxodo, 2012, 1ª edición, México.
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