Año nuevo, ¿nuevos propósitos?

Sin duda alguna y a diferencia de otros años, éste que inicia es peculiar, así como un contraste con todo aquello que disfrutábamos, hacíamos y planeábamos hace un año. A esta distancia se puede colocar en términos de “libertad” las expectativas que se iban a cumplir a lo largo del año pasado. Sin embargo, nadie tenía en sus planes tener que llevar a cabo restricciones en múltiples ámbitos tales como los laborales, los escolares, de entretenimiento y claro la adaptación de nuestra vida cotidiana al estar en casa.

Si hacemos remembranza de todos los propósitos de años anteriores, ¿cuántos en total hemos cumplido?, ¿somos conscientes de éstos?, ¿qué nos ha faltado para cumplirlos satisfactoriamente?, ¿son propósitos colectivos o individuales?, éstas y muchas otras preguntas se me vienen a la mente, pero con la presente emergencia sanitaria que de una u otra forma todos vivimos, no podemos enfocarnos en los eventos del pasado, quedarse en un tiempo del cual solo podemos aprender de los errores, lo cual es útil, pero poco práctico si constantemente nos referimos a las acciones pasadas sin ejecutar alguna respuesta diferente para no repetir el mismo patrón.

Todo cambio, meta o propósito, se debe considerar que, al proyectarse a futuro no tendrá un efecto inmediato, es decir, los resultados son el efecto de un ejercicio de constancia, disciplina y responsabilidad. Al estar tan acostumbrados a la inmediatez, pareciera injusto o poco práctico el esperar, al mismo tiempo que el individualismo nos hace ver primero por nuestros intereses o prioridades en lugar de actuar desinteresadamente por otros –práctica común en múltiples lugares con excepción de ciertas épocas del año-. Podría parecer una idea utópica el simple hecho de desarrollar “n” cantidad de ideas que son muy buenas –las hemos visto- y soluciones necesarias –las cuales se han pedido- que converjan en un beneficio para todos. A los cual muchos proyectos responden el ¿qué?, ¿quién(es)?, ¿cuándo?, ¿dónde?, pero por falta de respuesta del ¿cómo?, se inicia el conflicto principal porque el cómo tiene por añadidura, la parte de la constancia, la disciplina y por supuesto la de responsabilidad, sin estos tres es prácticamente un castillo en el aire –aunado a la corrupción que fácilmente corrompe a muchos por necesidad monetaria o ambición. –

Se ha generado hartazgo, hastío de ciertas situaciones que incomodan, afectan o merman la relación que tenemos como macro-sociedad. Si se quiere generar un cambio estructural en nuestra sociedad, lo que debemos tomar en cuenta no es al individuo sino al colectivo al que éste forma parte. Iniciar por propósitos colectivos implica una deconstrucción con lo que ya hemos aprendido –tanto en la escuela como en el hogar-, los malos hábitos, principalmente –que en menor o mayor grado todos tenemos- son acciones/actitudes que se pueden cambiar desde uno –sin necesidad de un libro de autoayuda-. Hoy en día, no solo estamos en una crisis mundial: económica, climática, de falta de valores, sino de solidaridad, de tomar en cuenta al otro, esa otredad que no conocemos y que ya sea por sus acciones o las nuestras, afectamos el entorno y el futuro, nuestro futuro como el de las generaciones venideras.

Si queremos un propósito colectivo, empecemos por tomar en cuenta aquellos que, sin afectar al otro o utilizándolo como un objeto, se vele por el futuro, no importando el credo. Porque en mayor o menor medida, todos necesitamos de todos para que los engranes de la gran maquinaria funcionen.

Por: Estefania T. Minor

@FannyTMinor